MISTERIO
cuenco de barro vacío,
donde van entregados los silencios,
Y resuenan como eco de la noche solitaria,
Y en una rama suspendida,
entre la vista y la nada,
duermen los sueños,
insomnes, ávidos,
infinitos presignios de deseos.
Se abren las horas con sus ojos inmensos,
y se deshacen,
las agujas, van delimitando pasos inquietos,
de un cuerpo de poesía vívida,
de voz incierta sobre la acera llena de piedras.
Y somos una ilusión perdida,
luz derramada, última luz del día,
memoria sin huellas ni agujas,
que ha pasos agigantados,
ha de renacer.
Los caminos estrechos se hacen cercanos,
cómo cuando se olvidan los dolores viejos,
cómo cuando se caen las máscaras
de aquellos sentimientos que un día han muerto,
pasado dolido en helio, a punto de hervir,
sobre el bullicio de nuestra ciudad.
Se acorta la distancia al olvido,
desaparece tu nombre,
cómo arena volátil de la costa, fatigoza,
por el remolino circular,
a la que la somete el mar.
Sí, suenas, con sonido de venganza, hastío,
cómo brazos de un reloj caído,
cómo muros que se desvanecen,
frente a la victoria del enemigo.
Maldad, atrocidad, de un terror desolado,
espina de madera quebrada,
solitaria,
que hiere, que lástima,
Y quema las pestañas.
Tu nombre, sobre mi y de mi desaparece,
cómo olvido que desvaria y vuelve a necesitar,
cómo ese abismo a dónde va esclavizado el silencio,
cómo esa ilusión de memoria vacía,
que se pierde para siempre
en soledad.
Romina Sasselli.
CORAZÓN SECRETO